jueves, 1 de diciembre de 2011

3+2+1 edición 1ª. Primera parte. Preparación


3+2+1. Realmente significa tres pilotos, dos paramotores, y una furgoneta.
Quitando los vuelos de vivac, y los de palomar, se podría decir que es la unidad mínima y cómoda para hacer un vuelo en ruta. La idea es que los tres que vuelan se vayan rotando los motores y la conducción de la furgoneta, así todos hacen todo, vuelan y asisten. De esa forma al final del día cada uno ha volado 2/3, ha asistido 1/3,entre todos se ha completado una ruta y todos quedan satisfechos.

 El caso es que hacía tiempo que echaba de menos las rutas TDI. De hecho este año estuve tentado de volver a animar al personal a ver si preparábamos alguna, pero como últimamente apenas he volado, no me sentía lo suficientemente confiado. Prefería algo menos exigente. Tras darle algunas vueltas, pensé que la unidad mínima era un 3+2+1, mucho más fácil de organizar, más fácil para cuadrar las agendas, y por tanto más diversión con menos esfuerzo, y en caso de que haya que echarse atrás también es más fácil.

Organizar una excursión de vuelo, como siempre, comienza visitando las páginas del tiempo. La previsión para este pasado fin de semana era buena, se nos metía una cuña anticiclónica. Dada la latitud y la altura del año, eso significa que (si no nos pilla la niebla) se puede volar prácticamente todo el día: 8 horas de sol.
En cuanto vi eso, lancé el cebo al grupo de correo, a ver quién se animaba a hacer la ruta. Sólo respondieron tres, Pibe fijo que si, Carlos  tenía biplazas pendientes y al final no pudo cuadrar la agenda, Jose lo tenía dudoso, pero tras consultarlo con la almohada nos dijo que no podía. (lo siento, os lo perdísteis).

El grupo había nacido cojo, nos faltaba una pata para sujetar el taburete, así que eché mano de Sara. Ella no vuela, pero sí le gusta conducir, y no dudó mucho en decir que nos hacía la asistencia. La cosa había pasado de un 3+2+1 a un 1+2+2+1 que bueno, matemáticas aparte, no es lo mismo ni tampoco igual pero valía para hacer el apaño. Había, sin embargo, dos puntos flacos. El primero es que prefiero no volar al mediodía. En otras condiciones, yo hubiera cogido ese turno para la asistencia, pero en este caso no había lugar, no me quedaría más remedio que volar a esa hora y rezar para no marearme........
El segundo punto flaco, era que le estábamos endosando a Sara un marroncete. Porque al fin y al cabo si vuelas, y asistes, sabes a lo que vas, y haces lo uno con gusto, y lo otro, aunque sea agobiante lo haces sabiendo que es imprescindible y que los otros dependen de ti. Pero hacer sólo la asistencia tiene todas las desventajas y ninguna de las satisfacciones. Nuestro agradecimiento, a que Sara se lanzara con tanto entusiasmo (y a lo bien que lo hizo después).

Una vez resueltos los detalles de bulto fuimos a los no menos importantes: comunicaciones, comunicaciones y comunicaciones: a preparar las Radios, cargar baterías, revisar antenas, cargar los móviles, preparar los enganches, comprobar los cascos, etc.
Cuando haces rutas, la comunicación es fundamental. Es cierto que los que están en el aire se pueden comunicar, a falta de radios, aunque sea por gestos con más o menos esfuerzo. Pero es imprescindible conservar la comunicación con el que hace la asistencia. Aunque sea por egoísmo de los que vuelan, el que está en tierra debe saber en cada momento cómo están, por donde van, y dónde está el próximo punto de encuentro. Para el caso, llevaríamos cada uno nuestra radio, baterías de repuesto, y además el móvil a mano por si fuera necesario.

Cargar las cámaras, preparar algo de comida, líquidos, lo podríamos catalogar como menudencias, pero no se puede descuidar ninguna de ellas. Todo eso lo fuimos preparando durante la semana.

El sábado nos juntamos los tres después de una abundante sartenada de migas castellanas, para ultimar los detalles y decidir la ruta. Porque aunque es cierto que aunque queríamos hacer una ruta mas o menos abierta, convenía atar en lo posible todo lo que pudiéramos para facilitar la labor a Sara.
Decidimos alejarnos por la NII en dirección este hasta las cercanías de Torremocha del Campo con la intención de aprovechar en lo posible la componente Norte de los vientos previstos e intentar llegar hasta Cuenca pasando por Priego. No miramos mucho mas allá: Cuenca parecía lo suficientemente lejos para ser un buen destino.

El resto de la tarde, Pibe y yo la pasamos revisando los motores, preparando el combustible y cargando la furgoneta. Sara mientras se estuvo empollando los mapas de carretera, y aunque no me dijo nada, terminó con cara de preocupación. Imagino que cada uno se fue con sus propias inquietudes a la cama. Yo me fui con dos: ¿haría niebla al día siguiente? ¿aguantaría el vuelo del mediodía?

El día siguiente, domingo 27 a las 7:30 comenzaría la aventura.....

1 comentario:

  1. `Mi especial agradecimiento a Sara, que cumplio con su mision, de modo inmejorable y eficiente.
    MUCHAS GRACIAS

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