lunes, 19 de julio de 2010

Vacaciones en Cantabria


Ya llevo unos años subiendo al norte a pasar unas pequeñas vacaciones huyendo del calor. Pero es el primer año que me llevo el parapente. Para la ocasión utilicé mi vieja Valluna “Michelin” con silla ligera sin paraca y casco de bicicleta… nada que ver con lo “megaequipados” que vi a los pilotos locales.


Dos días de vuelo; el primero en Peña Cabarga, una montaña piramidal de casi 600 metros frente a la Bahía de Santander. Vuelo orientación Norte. Se ve enfrente el aeropuerto y los aviones pasan paralelos al despegue unos 6 km más adelante, pero muy bajitos, ya que están en modo de aterrizaje. Subí con un piloto local, solo con el ánimo de estrenarme en un vuelo de “pabajo”, ya que el cielo estaba cubierto y el techo de la nube justo en el despegue. Se accede en coche cómodamente ya que la carretera acaba en un mirador con parking y un centro turístico con una cámara oscura para contemplar los alrededores. 15 grados de temperatura y yo en pantalón corto camiseta y chanclas, bueno como va a ser un vuelo sin pretensiones… pero nada mas despegar la nube nos “chupa” y nos aguantamos al nivel del despegue fueras hacia donde fueras. A los 15 minutos estaba congelado y empecé a barrenar para bajar, además Marisa y los niños me esperaban abajo en lo que yo creía un parking de un supermercado y resultó ser un puticlub (allí fue donde dejamos el coche del piloto local).

Segundo día de vuelo en la playa de Usgo. Si os metéis en la página web de www.parapentecantabria.com encontraréis más información de las zonas. Pero os resumo este singular sitio: Playa con forma de herradura con acantilado en todo su perímetro salvo la carretera que baja a la arena, un agujero donde apenas sientes la brisa que entra de NE (la buena para volar allí). Me explicaron por teléfono como coño se hacía para despegar desde la misma arena y enganchar la cadena de acantilados, pero si no lo hago no lo creo. En las fotos se ve la secuencia:







Inflar en la playa, controlar la vela y subir por el camino esquivando coches y transeúntes con mucho cuidado de no dejar caer la vela ni en los vehículos ni en la vegetación espinosa que bordea el camino, y cuando sientes sustentación te lanzas con 5 metros de altura pegadito a la pared hasta que remontas fuera de la playa y subes por los acantilados de unos 50 metros sobre el mar dónde ya la brisa entra limpia y remontas otros 50 en un paisaje precioso. 40 minutos de vuelo y otra vez pasé frío y me tuve que bajar!!!!!!!!!

Os pongo también un par de fotos de una de mis excursiones en bici por los alrededores de Somo.
Me metí en un bosque siguiendo la costa por un angosto camino y tuve que deshacer mis pasos al no poder abrirme paso entre la maleza y la arena (había zona de dunas en el bosque).















El año que viene, si se puede, repetimos!

(Publicado por Antonio en nombre de Carlos.)

viernes, 16 de julio de 2010

De térmica sorpresa


Pues hacía ya como un mes o más que no sacaba el trapo, y aprovechando que terminé de trabajar pronto le dí un toque a Pibe y nos acercamos por la muela. Vaya cambio que ha dado el paisaje en estas semanas. Ya está todo seco y se acabaron las condiciones suaves. Ahora lo normal es viento fuerte hasta última hora y térmicas de espanto ;)
Cuando llegamos todavía estaba el viento fuertecete, aunque ya eran las siete de la tarde. Pero no tardó mucho en bajar, lo suficiente para tener un ratito de cháchara y otro para prepararse. Serían las siete y media cuando salimos.

Al principio, lo habitual de esa hora, termoladera bastante tocha con burbujitas casuales. En una de las vueltas, me iba acordando de cuando me iba a girar térmicas (hace ya muchos años), de la sensación de perder la referencia del viento en la cara y sentir el tirón hacia arriba. De tener que pilotar la vela para que se mantenga sobre tu cabeza (y ya de paso en la térmica) y de estar atento a todo lo que sientes para poder anticiparte.
Pues lo curioso es que no pasaron ni 20 segundos del pensamiento y de pronto se disparó el último termicón del día. Justo las sensaciones que había estado recordando. No hay que decir que lo aproveché como pude, porque no llevaba vario, pero mientras tenía referencias me intentaba mantener en la térmica, y cuando las perdí por la altura me acerqué a otro parapente que también la había subido y estuvios girándola un ratito más. No sé la altura que pudimos coger sobre la Muela, pero no creo que fueran menos de 500. Los coches se veían pequeñitos pequeñitos, y los parapentes que se quedaron en la ladera parecían moscas de colores revolotenando.....

Ya llegó el momento en que la térmica se deshizo en burbujas y estaba todo muy revuelto. Me busqué una zona cómoda y me dejé llevar tranquilamente hacia abajo. El otro parapente creo que tomó el camino a Hita, y ya no lo volví a ver. Yo estuve disfrutando la bajada tranquilamente durante unos 8 o 9 minutos. Cerca de la Muela todavía había algo de actividad, pero ya no se subía de la misma forma, bueno, apenas se subía. Además como suele ser habitual, me entró mi típico mareo, y me fuí a aterrizar y a reponerme un poco. Aproveché para echar unas fotos, que ya sabéis que si vuelas y no hay documento gráfico es como si no volaras :D

Luego volví a salir, pero ya era una ladera de restitución, perfecta para relajarse y disfrutarla. Estuvimos allí hasta las nueve más o menos, hasta que la restitución se acabó, rehicimos el petate y nos volvimos, por mi parte cansado y contento.

jueves, 15 de julio de 2010

Caida libre, 6 de junio

Hace poco mas de un mes decidí que ya era hora de gastar el bono-regalo de un salto en caída libre que me habían regalado el año pasado. De quién sería la idea...
Así que, una calurosa mañana de principios de junio nos pusimos en marcha camino de un lugar de La Mancha de cuyo nombre prefiero no acordarme. Tras llegar al aeródromo y firmar los papeles en los que reconoces que toda la responsabilidad es tuya, tuvimos que esperar un par de horas hasta que nos tocase el turno. En ese intervalo de tiempo, a los que íbamos a saltar nos hicieron un briefing, que desde luego se ganó el nombre, porque nos explicaron las cosas muy rápido y muy brevemente. Lo poco que saqué de ese momento es que para saltar tienes que arquearte hacia atrás, poniendo la cabeza en el hombro del saltador y echando las piernas para atras, mientras mantienes las manos quietas en el arnés; y que recojas las piernas en el aterrizaje todo lo que puedas. Demasiado breve y corto para mi gusto. Cuando me tocó, me llevaron al angar a equiparme. El arnés es muy parecido al que tiene Carlos para el pasajero del biplaza, pero va infinitamente mas apretado, sobretodo en las ingles. Yo que vosotros chicos, me lo pensaba dos veces antes de ponerme eso. Yo creo que me vió tan grande el saltador, de hecho era mas alta que el saltador mas alto que era precisamente él, que se dijo a esta la arqueo yo la espalda. Para mi que se pasó apretándome el arnés, no podía juntar las piernas, y lo que era mas grave, no podía levantarlas correctamente, cosa muy importante para aterrizar. Como podéis ver el mono me quedaba ridículo.

Pues las pintas empeoraron con la chichonera y las gafas, pero creedme que es en lo último que estas pensando en ese momento. Nos subimos a la avioneta mas allá de las doce y media.

El viajecito en la avioneta fue algo para recordar. Ibamos amontonados como sardinas en lata, yo espatarrada por no poder juntar las piernas, en la avionetilla esa sin puerta. Lo que me preocupaba era que no me habían enganchado al saltador e iba sentada junto al hueco del fuselaje, y claro, dadas las horas que eran pillamos turbulencias. Imaginaros la escena, dando tumbos en la avioneta a mas de mil metros de altura, a menos de la longitud de un brazo del vacío sin nada donde agarrame ni estar enganchada a nada. Y encima clavándome el arnés...Eso si, la sonrisa nerviosa solo se me quitaba para ponerme mas blanca que un folio.

Fueron unos 20 minutos de subida, terribles, mezcla de nervios, tensión, espera e intentos de relajación. Ahora las vistas eran impresonantes. Disculpad la calidad de las fotos ya que son capturas de pantalla del video. Cuando llegamos a eso de los 3500 m de altura, andaba yo congelada por entonces.. ¿pero cómo tienen monos de manga corta?? ya se decidieron a engancharme al individuo. Entonces comprendí porque no me habían enganchado antes, porque te tienes que sentar encima suyo, y claro es mas importante que ellos vayan cómodos a que tu vayas seguro...Luego dicen del parapente...Y con todo, llegó la hora de la verdad. Hasta entonces iba intentando convencerme a mi misma de que no pasaba nada. Para aquellos que como yo sufren de vértigo, el momento en el que sacas los pies de la avioneta es inolvidable, es en ese momento cuando tienes que dejar de pensar y hacer lo que te han dicho como un autómata. Esos segundos en los que te quedas prácticamente suspendido en el vacío, mientras el saltador termina de colocarse para saltar, se hacen eternos.

Y entonces caes, la sensación de vacío golpéa todo tu cuerpo y sin darte cuenta, vas de cabeza hacia el suelo. Tu instinto animal por fín consigue saltarse las restricciones que le has ido poniendo y la descarga de adrenalina que provoca es brutal. No he vivido jamás nada similar. Se parece a, cuando te pegan un buen susto, la sensación que tienes durante hasta que el cerebro dice.. eh que no pasa nada; pero multiplicado por 100.000... y me quedo corta. Eso dura una fracción de segundo, luego te estabilizan la caida y viene lo mejor, cuando vas cayendo con un ruido atronador en los oidos, "flotando", la sensación es genial....

Lo malo es que dura muy poco, además el biplaza abre antes que nadie quiero pensar que por seguridad, pero me da a mi que es para que el cámara llegue antes a tierra y te pueda grabar el aterrizaje. Tiran de la anilla y se abre el paracaidas. Y lo que no te avisan, aunque te lo puedes imaginar, es el tirón tan brusco que pega. Mira que es desagradable. Y ojito con esto si tenéis problemas de espalda.

Una vez abierto el paracaídas, el resto del viaje no tiene ningun misterio para un parapentista. Es muy similar aunque la postura es infinitamente mas incómoda, y la maniobrabilidad del trapo es tremenda, bueno aunque mi opinión que sólo he manejado una vela de principiante no es que sea muy constrastada. La tasa de caída del cacharro es tremenda y cuando alcanzamos una altura en la que en parapente todavía te quedan unos cuantos ochos para llegar, me dijeron que recogiese el tren de aterrizaje. Bueno pues, subí todo lo que pude las piernas, me agarré de las rodillas con las manos y tiré con todas mis fuerzas para arriba, pero como me clavaba el arnés en el tendón de la ingle el resultado ya sabéis cual es.... Afortunadamente no quedó en mas que una anécdota mas para que os cachondeéis a mi costa por siempre jamás.

En conclusión, es una experiencia diferente, muy impresionante que quizás todo volador debería probar alguna vez, pero no es volar, es caer por mas cabriolas y vueltas que dén. Me quedo con nuestros queridos trapos voladores...