lunes, 8 de noviembre de 2010

Motos antiguas en Brea de Tajo


La convocatoria del año pasado me la perdí por algún viaje que hice, así que este año no quería perdérmela, más aún cuanto que seguramente me costará bastante más salir a volar durante una buena temporada.
Este año había quedado con Rafa en ir temprano para darme un vuelo con él, cosa que nunca había hecho. Convencí a Pibe para que madrugara y nos diéramos un vuelo los tres al amanecer, antes de hacer la ruta en si.


Llegamos los primeros y nos comenzamos a preparar. Al poco llegó Rafa, pero no estaba en condiciones de darse un vuelo (es lo que tiene irse de juerga la noche anterior). Sin embargo estuvo de cháchara con nosotros mientras nos preparábamos.
Yo salí primero. A Pibe sin embargo le falló una vez más el motor en su despegue y tuvo que ponerse a darle un repaso al carburador. Viendo que la cosa se iba a retrasar un poco me fuí a darme una vuelta por el río. Según iba bajando iba haciendo cada vez más frío, pero no era cosa de desaprovechar la ocasión, que no todos los días se va uno a darse una vuelta por el Tajo. Antes de que me diera cuenta ya era hora de volverse para repostar, (calentarse) y volver a salir para la ruta motera.
Por el camino me encontré esta curiosa referencia matemática (la representación de sen(0) y sen(60)) en un campo de barbecho. Lástima que no sea exponente del nivel de cultura del país :-(

Mientras tanto Pibe había conseguido ver el problema del carburador (no es bueno dejarse el starter puesto una vez que ya se ha calentado el motor) y había salido a esperarme. Nos dimos una vueltecilla por ahí, corta, para estar a punto en su momento. Mientras tanto ya había llegado casi todos y los que no estaban volando estaban preparándose. Para no abarrotar más el campo del despegue nos fuimos a aterrizar a la pista y allí nos preparamos.

Habíamos quedado con Rafa en llevar unos botes de Humo para hacer la bandera durante la salida. Como por parte del club estábamos cojos, Rafa nos buscó otro piloto, Javier del club LocosXvolar para llevar el tercer bote. Ya se nos había ido la brisa nocturna y todavía no entraba bien la de la mañana, así que el despegue de la pista resultó un poco más complicado, sobre todo para Pibe, que este dia tuvo la negra, y además de tener tráfico en la pista, luego en el despegue tocó con la pala en la red un tuvo que desistir definitivamente.
No nos quedó más remedio a Javier y a mí que hacer en la salida una media bandera. Después pasé por la pista para dejarle las llaves de la furgo a Pibe. La idea al principio era que yo aterrizaba mientras Pibe seguía a las motos, que a él le mola más el rocanrol, pero le dimos la vuelta al plan, aunque yo no estaba muy convencido del todo porque ya era más de media mañana y comenzaba el movimiento (luego no fué tan fiero como parecía).

Al final terminé saliendo el último de la procesión, y teniendo en cuenta las velas (réflex) que lleva el resto del personal me costó un buen rato alcanzarlos, volando a todo trapo a trimers sueltos y recortando en las curvas.
Eramos bastantes en el aire, llegué a contar hasta 20 parapentes siguiendo a las motos. Además parece que la convocatoria de las motos va prosperando, con cada año que pasa parece que se incrementan el número de motos que acuden, y este año además también iba una procesión de "seat 600" detrás de las motos. Desde el aire, la comitiva se veía tremenda, larguísima.

Cuando ya casi estábamos llegando al aterrizaje alguien dijo de hacer uno de los barrancos que se abrían al otro lado del río. y allá que nos fuimos unos cuantos. Luego ya nos fuimos a aterrizar, eso si, antes nos dimos un par de vueltas por el pueblo para no pasar desapercibidos.

Pibe ya estaba en el aterrizaje antes de que yo llegara, y poco después llegó Rafa con unos bocatas y agua para avituallarse. Después de eso y de charlar un poco con el resto de la peña Pibe y yo nos volvimos a casa.

El resto de pilotos se dividió: unos se fuero directos al despegue de Brea y el resto siguieron la ruta prevista para las motos.

La nota triste del día fué que uno de los pilotos que se quedó rezagado en este despegue tuvo un percance tratando de arrancar su motor y se hizo daño en un dedo de la mano y en la pierna.


A ver si el año que viene contamos con un poco más de participación de nuestro club.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cantabria en Otoño


Salimos el viernes de Madrid; Jose, Taida y mi familia. Todos en mi coche y para ganar espacio, solo nos llevamos un equipo de parapente que compartiríamos.

Como los vuelos que pensábamos dar son de costa, volví a llevar la vieja Valluna Michelin, por si acabábamos rebozados en arena o en el agua…

Por la mañana surf con Rubén en Somo, comida ligera y todos a la playa de Usgo, la previsión de NE se cumplió, pero estaba muy flojo, aún así sacamos el equipo y lo intentamos, primero yo y luego Jose. En ambas ocasiones no conseguimos mantenernos y aterrizamos enseguida. La previsión para el sábado era de más viento y de NO, nos fuimos a la playa de Liencres; preciosa y ¡con un parapente volando! Nos entró el ansia y rápidamente fuimos al despegue, que está situado sobre un acantilado y una playa que cuando sube la marea se queda incomunicada de las otras dos que forman el conjunto de Liencres.

Despegue de hierba de lujo, viento perfecto, charlamos con el volador local, Gustavo, al que pedí el teléfono para que el próximo verano me enseñe los vuelos de Santoña (1.500 metros en vuelo sobre el mar!!!!!)

Primero sale Jose, tantea y se va a recorrer la ladera hasta la siguiente playa, apenas 200 m, ya que por la izquierda no se podía volar el largísimo acantilado, porque estaba muy cruzado de O. Aterriza a los 10 minutos y me deja el equipo, y así nos tiramos una hora y media, solitos en la ladera… luego vino otro volador con más ansias que Jose, y éste se quiso apartar yéndose a la otra playa, pero bajó un poquito el viento y en vez de arriesgarse y rascar, se dio la vuelta y acabó aterrizando en la playa casi incomunicada por la marea… Lástima, pues nos quedaba por lo menos otra hora de vuelo. Pero tampoco estuvo mal, porque según recogía a la familia para ir a buscar a Jose, empezaron a llegar parapentistas, y con el viento tan cruzado solo había 100 metros aprovechables en los que más de 2 no caben en la ladera.

Me encanta Cantabria y los vuelos de costa. Otro día más y mejor.

Crónica de Carlos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

El Día que íbamos a Zorita y acabamos en El Atazar


Lo de hacer una travesía hasta Zorita de los Canes era una idea que hacía ya tiempo que teníamos en mente, pero tiene una pega: se necesita alguien para hacer la recogida, ya que pilla un poco en el límite para hacer un ida y vuelta. Pero el fin de semana habíamos convenido con Sara que si las condiciones eran buenas iríamos viento en cola y ella nos haría la recogida.


El Domingo quedé con Pibe a las 6:30 para intentar salir lo mas pronto posible y tener tiempo antes de que se pusiera muy movido. No nos fuimos lejos a buscar un despegue, para dejarle a Sara la furgoneta a mano si tenía que venir a buscarnos.
Tampoco tardamos mucho en prepararnos, sólo nos tomamos el tiempo de cargar combustible en abundancia. Pibe llenó los 8 litros que le permite su bidón y pusimos 11 en el mío.




Como es habitual por la zona a esa hora, soplaba un pelín de norte, y la verdad es que fué una gozada, porque aunque la brisa era mínima, el parapente tiró en seguida y en 10 pasos estaba en el aire.
Nada más despegar vi un par de cazadores por allí tratando de mantener a raya la superpoblación de perdices, así es que comencé a coger altura para alejarme, no sea que me confundieran con uno de esos pajarracos... para que luego digan que molestamos.....

Mientras esperaba el despegue de Pibe estuve comprobando que en la capa en que me encontraba había viento de norte, aunque muy suave, así que pensé que nos venía de perlas para irnos hasta Zorita. Y este fué el rumbo que tomamos en cuanto estuvimos listos. Pero ya se sabe que para salir de la zona de despegue en esa dirección hay que subir, y en cuanto llegamos a la altura de los cerros chatos nos encontramos con viento de sureste que nos hacía ir más despacio cuanto más subíamos.


Era necesario replantearse el vuelo. En esa dirección no llegaríamos a ningún sitio. Lo lógico por tanto fue dar media vuelta y coger el rumbo contrario. Para cuando pasamos a la altura del despegue habíamos perdido ya 20 minutos, pero no era cuestión de arrepentirse. Ahora llevábamos una buena velocidad (rondando los 60 Km/h). el parapente apenas se movía y no eran todavía las 8 de la mañana. Teníamos por delante unas 2 horas antes de que las condiciones comenzaran a ponerse "movidas".

La verdad es que volar viento en cola es una gozada. Se ve el terreno pasar de prisa, los pueblos vienen y se van, y el horizonte se acerca rápidamente. Antes de que nos diéramos cuenta habíamos llegado ya a Torrelaguna, y allí estuvimos planteándonos lo que hacer. No nos parecía llevar combustible suficiente para cruzar el valle del Lozoya y aterrizar al otro lado de Somosierra (lástima los 20 minutos perdidos). Además yo no quería que Sara tuviera que hacer demasiados Km para recogernos. Finalmente decidimos hacer una visita al embalse de El Atazar y volvernos de nuevo a Torrelaguna. Estuvimos buscando un sitio para aterrizar, y quedamos allí si alguno de nosotros tenía problemas de combustible, con la radio o nos despistábamos uno del otro.


Y al ataque. Seguíamos en una capa en la que el viento seguía siendo de sureste, lo cual nos venía bien para seguir adelante. Cogimos altura para pasar los cerros de la urbanización de los Tomillares, aunque no nos atrevimos a virar mucho al norte, ya que por allí sube más el terreno y no queríamos encontrarnos con los sotaventos. Además, tampoco es que esté aquello demasiado bien en caso de parada de motor....

En un pispas pasábamos junto al Berrueco y llegábamos al embalse de el Atazar, que estuvimos siguiendo casi hasta hasta el de El Villar . Allí comencé a dudar. Somosierra parecía a la vuelta de la esquina, y a la altura en que yo me encontraba hacía buena temperatura y el viento seguía acompañando. Pibe, que se había quedado un poco más atrasado me comenzó a decir por radio que bajara para tomarme unas fotos. Curiosamente en las capas inferiores soplaba de nuevo viento de norte (un poco más fresco además).


Una vez terminada la sesión de fotos, no hubo mucha duda. Pibe aseguraba no tener combustible suficiente para llegar a Somosierra. Además eso hubiera significado bastantes Km más para la recogida. Dimos media vuelta de nuevo, rumbo sureste, aprovechando esa capa de viento norte. Al hacer más bajos el paso de los cerros, esta vez si se hizo más movido por los sotaventos, pero tampoco fué una exageración.

Cuando estábamos llegando a Torrelaguna volvimos a plantearnos la situación. Todavía nos quedaba algo de combustible, y el Casar no parecía demasiado lejos. Calculábamos que llegaríamos en unos 20 minutos según la velocidad que llevábamos en ese momento, y decidimos hacer un "a muerte" hasta allí.


Eso nos permitía acortar de nuevo la recogida, pero por otro lado, ya eran las 9:15 y la capa de viento norte que habíamos traído se acabó al poco de pasar el pueblo y ya no la volvimos a encontrar. Lo que pasó es fácil de prever. Los 20 minutos calculados se convirtieron casi en 30. En la última parte del recorrido nos encontramos viento de cara y bastante turbulencia de las primeras térmicas.

Lo que había sido un viaje placentero se convirtió en un "a ver cuando llegamos de una vez" sin parar de vigilar el GPS, el combustible y haciendo pilotaje activo. Menos mal que todo se acaba, y a las 9:50 estábamos aterrizando en un trigal recién segado detrás de las primeras casas del Casar, con menos de 1 litro de combustible en el depósito.

Eso si, Luego para celebrar las casi 2:30 h de vuelo hechas nos fuimos al bar de la esquina para desayunarnos como merecíamos mientras esperábamos a Sara para la recogida.


Os dejo, como otras veces, un enlace para que veáis algunas fotos del camino.

lunes, 30 de agosto de 2010

Dirección Norte


Mitad de agosto. Medio país de vacaciones, y el otro medio levantando lo que queda como puede.
Si hasta parece que el viento anda por otros sitios...


Harto de picar código recibí la llamada de Pibe para darnos un vuelo. No es que tuviera muchas ganas. Enfrentarse a una tórrida tarde veraniega no es precisamente lo que más me apetecía, pero tampoco es mucho mejor pasar la tarde tirado en el sofá. Al medio día aproveché la parada para cargar el parapente en la furgo, y ya de paso cargé también los motores, no fuera a hacer poco viento.


A las 5 terminé de currar y salí a pillar a Pibe en su casa. La meteo no estaba muy clara, así que le propuse acercarnos por la muela, y si no se podía volar (por falta de viento) irnos un poco mas al norte y salir con el motor.
Tal y como me esperaba, hacía tan poco viento que un aeromodelista estaba sufriendo lo indecible por mantener en el aire su aparato. Al final debió aterrizarlo abajo, pero desgraciadamente ya no estábamos allí para verlo.

Seguimos nuestro camino hacia el norte con la intención de explorar más allá de Jadraque. Miralrío nos pareció un lugar apropiado para despegar, ya que además de haber campos amplios por allí, tiene una antigua (relativamente) relación con el vuelo libre. No tardamos mucho en prepararnos, y para las siete estábamos en el aire, con los depósitos lo más llenos posible. En Miralrío, el viento estaba de Noroeste, enfrentado de la ladera. De hecho Pibe estuvo haciendo vuelo libre mientras esperaba a que yo despegara.


Desde allí nos fuimos directamente al norte, siguiendo la carretera CM-101, aunque luego nos desviamos hasta Santiuste y el embalse de Atance. Llevábamos un poco de viento de cara a la ida, y además estaba un turbulento. Al llegar al embalse dimos media vuelta y nos fuimos derechos hasta el aterrizaje, aunque cada uno por sus causas. Pibe andaba (como siempre) escaso de combustible y yo por mi parte me había ido mareando a la ida (por las turbulencias - como siempre), y la vuelta la hicimos del tirón sin entretenernos demasiado. Y menos mal, porque aunque tuvimos el viento favorable (pero suave) estábamos lejos, llegamos con el sol mas bien bajo y ya empezaba a refrescar.

Luego, mientras recogíamos nos estuvieron visitando todos los abuelos del pueblo, que pasaban o volvían del mirador que tienen junto al despegue de libre, y nos estuvieron contando que echaban de menos los tiempos en que se veía volar a la gente por allí.

domingo, 29 de agosto de 2010

Vacaciones en Asturias


Se ve que nos gusta el norte para ir de vacaciones, seguramente escapando del calorcito del centro. Carlos se fué a Cantabria de nuevo este año, y yo me hice una escapadita a Asturias. Desde el principio tenía claro que quería llevarme el parapente, pero al final casi no me cabe en el maletero. tuve que hacer un rato de tetris con todos los paquetes hasta que conseguí que cupiera el bulto.

La intención era hacer algún vuelo en la costa, para huir un poco de los vuelos de interior, pero la verdad es que casi no lo consigo. El sitio elegido fué la playa de Torimbia, un lugar ideal para volar ya que tiene las tres orientaciones norte, con despegues de hierba aunque eso si, bien pendientes. Además, si no se puede volar, también es un sitio perfecto para bañarse.


En cuatro ocasiones nos acercamos a la playa de Torimbia. Las primeras dos ocasiones el viento era de Norte, pero tan flojito que una vez ni saqué el parapente, y la otra, después de pensármelo un rato salí pero aterricé a la segunda vuelta 20 metros más abajo, para evitar tener que subirme toda la cuesta a patita.

La tercera vez estaba de noreste, pero también estaba justito, y volví a aterrizar a media ladera después de dar un par de vueltas, en un campo de helechos casi tan alto como yo. Menos mal que no me costó demasiado desenredar el parapente.

La cuarta vez ajusté mejor, tanto que casi me paso. Ya me habian advertido que en el cantábrico no se vuela cuando las olas hacen espuma, Y este día hacían, aunque estaba un poco en el límite.

Estuve un buen rato observando sin atreverme, pero viendo que el viento seguía estable al final terminé por decidirme. No me atreví a usar más que un par de cordinos para levantar el parapente, y de hecho no había terminado de desplegarse completamente cuando ya estaba en el aire, tratando de estabilizarlo y de acelerarlo para alejarme de la ladera.

El resto fue una hora colgado vigilando la espuma de las olas y disfrutando del paisaje hasta que el frío me hizo bajar, y eso que sabiendo lo que pasa en el norte iba bien preparado...

jueves, 12 de agosto de 2010

Escapada a Santa Pola


Salimos desde Alcorcón el sábado 24 de julio a las 6:00. A las 10:45 llegábamos a las proximidades de Alicante y estaba diluviando… que no cunda el pánico, estaba incluido en la previsión meteo, que estaría nublado y con lluvias en el interior hasta mediodía. Eso es buena señal, ¡se cumplen las previsiones!


Llegamos al despegue de Santa Pola a las 11:00. medio nublado pero a veces con sol. Nos damos un paseo por el despegue sin los equipos para que lo conozcan Pibe y Jose, observamos el viento; fuerte y un pelín cruzado de sur. La intensidad estaba al límite, pero volable. Nos vamos a por los equipos y el primero en tantear un preinflado es Jose, que se carga un cordino con las rocas… Pibe se equipa y a volar!!!!!!!!! Le sigue Jose y luego yo (que estaba zampando para coger fuerzas).



Estaba perfecto, toda la ladera de Santa Pola para los tres solitos, nublado sin nada de calor. A eso de las 12:30 llegó otro piloto, y tuve la desgracia de ver un accidente en la costa de un autogiro en vuelo rasante que se comió el agua, al día siguiente leí en la prensa que se mató. Pibe estuvo volando frente al lugar mientras hacían el rescate.


Aterrizamos a las 13:15 ya hacía calor y había despejado completamente. Nos fuimos a un bar a tomar unas buenas cervezas viendo las clasificaciones de la F1. Después comimos cerca del despegue y antes de las 16:15 estábamos volando de nuevo y solitos, salvo a cuenta gotas que se iban añadiendo pilotos, pero que no fueron muchos y las condiciones y extensión de la ladera nos dejaban seguir a nuestras anchas. Para divertirnos ingeniamos una pequeña carrera: colocar los equipos en el despegue, separarnos unos metros y a la de tres correr hacia ellos y equiparnos para salir (tipo Lemans), un recorrido por toda la ladera para volver al despegue, hacer “touch&go” y repetir la ladera para luego intentar aterrizar en primer lugar. Salio en primer lugar Pibe (haciendo trampas y sin ponerse una pernera que se equipo en vuelo), luego se equipo Jose que tenía más dificultad con su supersilla carenada, yo les dejé ventaja y quise salir el último, pero Jose falló el despegue y al final salio el último. En la primera vuelta Pibe me sacaba unos 50 metros, pasada la primera baliza y de vuelta al despegue le fui recortando y Jose conseguía remontar. Pero en el touch Pibe se equivocó perdiendo tiempo para coger altura y yo le pasé. La segunda y definitiva vuelta, me mantuve en cabeza pisando el acelerador a tope rascando el acantilado, Pibe me pisaba los talones y al llegar al aterrizaje, deje de pisar para coger unos metros de altura de seguridad para aterrizar y Pibe me adelanto por debajo! En la última curva!


Nos divertimos bastante, luego en un ciclo bajo Pibe la cagó y Jose y yo recogimos los trastos. Eran las 19:00, todo el p…. día volando!

Tardamos una hora en recoger a Pibe, pero no perdió tiempo en la espera; playa, chiringuito, música, chicas…

Nos tomamos una refrescante cerveza al atardecer al borde del mar y a las 21:00 de vuelta para Madrid. Llegamos a la 1:00. Vamos, que muchas tardes me he ido a la muela y he llegado a casa a esas horas y habiendo volado naymenos.

Habrá que repetirlo algún día. Ya hicimos una escapadita el año pasado Josele, Nuria y yo, volamos en un estrecho margen que nos dejó la meteo, pero acertamos de pleno.


Publicado por Antonio en nombre de Carlos. Fotos de Pibe.

lunes, 19 de julio de 2010

Vacaciones en Cantabria


Ya llevo unos años subiendo al norte a pasar unas pequeñas vacaciones huyendo del calor. Pero es el primer año que me llevo el parapente. Para la ocasión utilicé mi vieja Valluna “Michelin” con silla ligera sin paraca y casco de bicicleta… nada que ver con lo “megaequipados” que vi a los pilotos locales.


Dos días de vuelo; el primero en Peña Cabarga, una montaña piramidal de casi 600 metros frente a la Bahía de Santander. Vuelo orientación Norte. Se ve enfrente el aeropuerto y los aviones pasan paralelos al despegue unos 6 km más adelante, pero muy bajitos, ya que están en modo de aterrizaje. Subí con un piloto local, solo con el ánimo de estrenarme en un vuelo de “pabajo”, ya que el cielo estaba cubierto y el techo de la nube justo en el despegue. Se accede en coche cómodamente ya que la carretera acaba en un mirador con parking y un centro turístico con una cámara oscura para contemplar los alrededores. 15 grados de temperatura y yo en pantalón corto camiseta y chanclas, bueno como va a ser un vuelo sin pretensiones… pero nada mas despegar la nube nos “chupa” y nos aguantamos al nivel del despegue fueras hacia donde fueras. A los 15 minutos estaba congelado y empecé a barrenar para bajar, además Marisa y los niños me esperaban abajo en lo que yo creía un parking de un supermercado y resultó ser un puticlub (allí fue donde dejamos el coche del piloto local).

Segundo día de vuelo en la playa de Usgo. Si os metéis en la página web de www.parapentecantabria.com encontraréis más información de las zonas. Pero os resumo este singular sitio: Playa con forma de herradura con acantilado en todo su perímetro salvo la carretera que baja a la arena, un agujero donde apenas sientes la brisa que entra de NE (la buena para volar allí). Me explicaron por teléfono como coño se hacía para despegar desde la misma arena y enganchar la cadena de acantilados, pero si no lo hago no lo creo. En las fotos se ve la secuencia:







Inflar en la playa, controlar la vela y subir por el camino esquivando coches y transeúntes con mucho cuidado de no dejar caer la vela ni en los vehículos ni en la vegetación espinosa que bordea el camino, y cuando sientes sustentación te lanzas con 5 metros de altura pegadito a la pared hasta que remontas fuera de la playa y subes por los acantilados de unos 50 metros sobre el mar dónde ya la brisa entra limpia y remontas otros 50 en un paisaje precioso. 40 minutos de vuelo y otra vez pasé frío y me tuve que bajar!!!!!!!!!

Os pongo también un par de fotos de una de mis excursiones en bici por los alrededores de Somo.
Me metí en un bosque siguiendo la costa por un angosto camino y tuve que deshacer mis pasos al no poder abrirme paso entre la maleza y la arena (había zona de dunas en el bosque).















El año que viene, si se puede, repetimos!

(Publicado por Antonio en nombre de Carlos.)

viernes, 16 de julio de 2010

De térmica sorpresa


Pues hacía ya como un mes o más que no sacaba el trapo, y aprovechando que terminé de trabajar pronto le dí un toque a Pibe y nos acercamos por la muela. Vaya cambio que ha dado el paisaje en estas semanas. Ya está todo seco y se acabaron las condiciones suaves. Ahora lo normal es viento fuerte hasta última hora y térmicas de espanto ;)
Cuando llegamos todavía estaba el viento fuertecete, aunque ya eran las siete de la tarde. Pero no tardó mucho en bajar, lo suficiente para tener un ratito de cháchara y otro para prepararse. Serían las siete y media cuando salimos.

Al principio, lo habitual de esa hora, termoladera bastante tocha con burbujitas casuales. En una de las vueltas, me iba acordando de cuando me iba a girar térmicas (hace ya muchos años), de la sensación de perder la referencia del viento en la cara y sentir el tirón hacia arriba. De tener que pilotar la vela para que se mantenga sobre tu cabeza (y ya de paso en la térmica) y de estar atento a todo lo que sientes para poder anticiparte.
Pues lo curioso es que no pasaron ni 20 segundos del pensamiento y de pronto se disparó el último termicón del día. Justo las sensaciones que había estado recordando. No hay que decir que lo aproveché como pude, porque no llevaba vario, pero mientras tenía referencias me intentaba mantener en la térmica, y cuando las perdí por la altura me acerqué a otro parapente que también la había subido y estuvios girándola un ratito más. No sé la altura que pudimos coger sobre la Muela, pero no creo que fueran menos de 500. Los coches se veían pequeñitos pequeñitos, y los parapentes que se quedaron en la ladera parecían moscas de colores revolotenando.....

Ya llegó el momento en que la térmica se deshizo en burbujas y estaba todo muy revuelto. Me busqué una zona cómoda y me dejé llevar tranquilamente hacia abajo. El otro parapente creo que tomó el camino a Hita, y ya no lo volví a ver. Yo estuve disfrutando la bajada tranquilamente durante unos 8 o 9 minutos. Cerca de la Muela todavía había algo de actividad, pero ya no se subía de la misma forma, bueno, apenas se subía. Además como suele ser habitual, me entró mi típico mareo, y me fuí a aterrizar y a reponerme un poco. Aproveché para echar unas fotos, que ya sabéis que si vuelas y no hay documento gráfico es como si no volaras :D

Luego volví a salir, pero ya era una ladera de restitución, perfecta para relajarse y disfrutarla. Estuvimos allí hasta las nueve más o menos, hasta que la restitución se acabó, rehicimos el petate y nos volvimos, por mi parte cansado y contento.

jueves, 15 de julio de 2010

Caida libre, 6 de junio

Hace poco mas de un mes decidí que ya era hora de gastar el bono-regalo de un salto en caída libre que me habían regalado el año pasado. De quién sería la idea...
Así que, una calurosa mañana de principios de junio nos pusimos en marcha camino de un lugar de La Mancha de cuyo nombre prefiero no acordarme. Tras llegar al aeródromo y firmar los papeles en los que reconoces que toda la responsabilidad es tuya, tuvimos que esperar un par de horas hasta que nos tocase el turno. En ese intervalo de tiempo, a los que íbamos a saltar nos hicieron un briefing, que desde luego se ganó el nombre, porque nos explicaron las cosas muy rápido y muy brevemente. Lo poco que saqué de ese momento es que para saltar tienes que arquearte hacia atrás, poniendo la cabeza en el hombro del saltador y echando las piernas para atras, mientras mantienes las manos quietas en el arnés; y que recojas las piernas en el aterrizaje todo lo que puedas. Demasiado breve y corto para mi gusto. Cuando me tocó, me llevaron al angar a equiparme. El arnés es muy parecido al que tiene Carlos para el pasajero del biplaza, pero va infinitamente mas apretado, sobretodo en las ingles. Yo que vosotros chicos, me lo pensaba dos veces antes de ponerme eso. Yo creo que me vió tan grande el saltador, de hecho era mas alta que el saltador mas alto que era precisamente él, que se dijo a esta la arqueo yo la espalda. Para mi que se pasó apretándome el arnés, no podía juntar las piernas, y lo que era mas grave, no podía levantarlas correctamente, cosa muy importante para aterrizar. Como podéis ver el mono me quedaba ridículo.

Pues las pintas empeoraron con la chichonera y las gafas, pero creedme que es en lo último que estas pensando en ese momento. Nos subimos a la avioneta mas allá de las doce y media.

El viajecito en la avioneta fue algo para recordar. Ibamos amontonados como sardinas en lata, yo espatarrada por no poder juntar las piernas, en la avionetilla esa sin puerta. Lo que me preocupaba era que no me habían enganchado al saltador e iba sentada junto al hueco del fuselaje, y claro, dadas las horas que eran pillamos turbulencias. Imaginaros la escena, dando tumbos en la avioneta a mas de mil metros de altura, a menos de la longitud de un brazo del vacío sin nada donde agarrame ni estar enganchada a nada. Y encima clavándome el arnés...Eso si, la sonrisa nerviosa solo se me quitaba para ponerme mas blanca que un folio.

Fueron unos 20 minutos de subida, terribles, mezcla de nervios, tensión, espera e intentos de relajación. Ahora las vistas eran impresonantes. Disculpad la calidad de las fotos ya que son capturas de pantalla del video. Cuando llegamos a eso de los 3500 m de altura, andaba yo congelada por entonces.. ¿pero cómo tienen monos de manga corta?? ya se decidieron a engancharme al individuo. Entonces comprendí porque no me habían enganchado antes, porque te tienes que sentar encima suyo, y claro es mas importante que ellos vayan cómodos a que tu vayas seguro...Luego dicen del parapente...Y con todo, llegó la hora de la verdad. Hasta entonces iba intentando convencerme a mi misma de que no pasaba nada. Para aquellos que como yo sufren de vértigo, el momento en el que sacas los pies de la avioneta es inolvidable, es en ese momento cuando tienes que dejar de pensar y hacer lo que te han dicho como un autómata. Esos segundos en los que te quedas prácticamente suspendido en el vacío, mientras el saltador termina de colocarse para saltar, se hacen eternos.

Y entonces caes, la sensación de vacío golpéa todo tu cuerpo y sin darte cuenta, vas de cabeza hacia el suelo. Tu instinto animal por fín consigue saltarse las restricciones que le has ido poniendo y la descarga de adrenalina que provoca es brutal. No he vivido jamás nada similar. Se parece a, cuando te pegan un buen susto, la sensación que tienes durante hasta que el cerebro dice.. eh que no pasa nada; pero multiplicado por 100.000... y me quedo corta. Eso dura una fracción de segundo, luego te estabilizan la caida y viene lo mejor, cuando vas cayendo con un ruido atronador en los oidos, "flotando", la sensación es genial....

Lo malo es que dura muy poco, además el biplaza abre antes que nadie quiero pensar que por seguridad, pero me da a mi que es para que el cámara llegue antes a tierra y te pueda grabar el aterrizaje. Tiran de la anilla y se abre el paracaidas. Y lo que no te avisan, aunque te lo puedes imaginar, es el tirón tan brusco que pega. Mira que es desagradable. Y ojito con esto si tenéis problemas de espalda.

Una vez abierto el paracaídas, el resto del viaje no tiene ningun misterio para un parapentista. Es muy similar aunque la postura es infinitamente mas incómoda, y la maniobrabilidad del trapo es tremenda, bueno aunque mi opinión que sólo he manejado una vela de principiante no es que sea muy constrastada. La tasa de caída del cacharro es tremenda y cuando alcanzamos una altura en la que en parapente todavía te quedan unos cuantos ochos para llegar, me dijeron que recogiese el tren de aterrizaje. Bueno pues, subí todo lo que pude las piernas, me agarré de las rodillas con las manos y tiré con todas mis fuerzas para arriba, pero como me clavaba el arnés en el tendón de la ingle el resultado ya sabéis cual es.... Afortunadamente no quedó en mas que una anécdota mas para que os cachondeéis a mi costa por siempre jamás.

En conclusión, es una experiencia diferente, muy impresionante que quizás todo volador debería probar alguna vez, pero no es volar, es caer por mas cabriolas y vueltas que dén. Me quedo con nuestros queridos trapos voladores...