martes, 18 de mayo de 2010

Impresiones de la novata, domigo 16 de mayo

Tras casi cinco meses sin volar, este domingo volví a sentir el viento en la cara. Regresaron esas sensaciones casi olvidadas: la expectación del viaje observando cada nube, cada brizna de hierba moverse; los nervios agarrados al estómago que tan desagradable hacen los momentos previos y que me recuerdan que estoy actuando contra mis instintos naturales, el intento de aplacarlos al preparar y revisar el equipo tranquilamente, recordar a Iceman que no me agobie,… Allí estabamos, Iceman, Yela, Josele y yo, observando lo triste que andaba la manga mientras se cambiaban cordinos y ponían quitavueltas a los frenos. Las condiciones no daban para nada más que los clásicos “pa’ bajo” pero para mi, eso es mas que de sobra.

Me esperaba tener más dudas, andar muy torpe tras tantos meses en dique seco, y pasar el rato sudando haciendo campa, pero tras un par de tirones fallidos, que todo a la primera no va a salir, me ví con la vela encima de la cabeza, sintiéndola, controlándola como mejor sé, y con el borde de La Muela llamándome a gritos todo enterito para mí. Sin pensarlo más, fui hacia él con ganas. La tierra volvió a alejarse de mis pies, el sonido de los cordinos cortando el viento volvió a mis oídos y me sentí libre y feliz como pocas veces. La vista de las cárcavas y el río a mis pies, los ruidos lejos, muy lejos de la paz que reina arriba. Tan emocionada iba que no calculé bien el aterrizaje y me tragué el suelo, llevándome un recuerdo en forma de contusión en la cadera izquierda sin gran importancia. Cuando me puse de pié, temblaba de arriba abajo de la descarga de emociones,… y a repetir.

Las condiciones al volver arriba estaban todavía peor. El viento meteo era norte pero no entraba, el sur no tiraba y la restitución no levantaba. Tras dudar un rato, salí para hacer otro “pa’ bajo” esta vez con un despegue menos limpio y seguida en pocos segundos por Yela, que al menos apretaría los cordinos nuevos con el vuelo. Con las condiciones así, había que asegurar el aterrizaje, así que tras el despegue encaré esa dirección para notar que me empezaba a derivar. Andaba cavilando que sucedía, cuando me enganchó una ascendencia que me hizo soltar algún que otro improperio, menos mal que los del despegue no me oyeron. Eso se empezó a menear y en poco tiempo había recobrado la altura de La Muela. En ese momento si noté la falta de práctica, pensé en girar pero decidí que me iría mejor si mantenía la presión en la vela y aseguraba el aterrizaje… no fuese que me encontrase una descendencia. Más atrás de mi posición ví a Yela intentando agarrarse a la ascendencia, pero como bien dijo una vez Iceman… Dios da pan a quien no tiene dientes, y era yo la que había enganchado lamejor parte del aire caliente que levantaba el viento norte al meterse a nivel del suelo. Así pues en los giros de la aproximación sentía como si me escurriese de lado, como cuando vas esquiando y al girar pisas una placa de hielo, te vas ladera para abajo y el giro se alarga mas de la cuenta. Al final, aterrizamos suavemente los dos casi a la par encarados al norte.


(foto de otro día, de este domingo no hay documento gráfico)

A pesar de que algunos no volaron, fue una tarde tranquila que me transmitió buenas sensaciones. Estas me están acompañando durante toda la semana, gracias en parte a que mis cardenales habituales de los brazos me lo recuerdan cada dos por tres, en parte a la cara de idiota que llevaba el lunes en la oficina y en parte a que no puedo dejar de pensar..¿cuándo el siguiente?

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